Por Carlos Rafael Diéguez. B
Los enemigos de la revolución cubana atacan frenéticamente como nunca, la integridad y la obra humana de la nación. Tratan de destruir la unidad como parte de un plan bien extructurado desde afuera y desde dentro, pagado abiertamente desde Estados Unidos. El pueblo sabrá enfrentar tales embates.
Hace apenas unas semanas Eusebio Leal, historiador de la Ciudad de la Habana habló en Camaguey en el contexto de las celebraciones de aniversario de aquella ciudad colonial, en una parte de su alocución evocó con toda fuerza y luz que le caracteriza, la posición inquebrantable de la nación.
“ es un evento verdaderamente trascendental y expresa la inquebrantable voluntad de la Dirección del Partido y del gobierno de nuestra nación de salvar a ultranza el Patrimonio Nacional contenida en la solemne expresión del jefe de la revolución cuando en el Congreso de la UNEAC y en medio de las tribulaciones de una situación económica implacable, de la cual solo Cuba como país hispano pudo salir con la frente en alto en medio de aquella situación expresó “ Lo primero que tenemos que salvar es la cultura…” ¿Qué seriamos sin la cultura? ¿Es que acaso no será ese el escenario de la última batalla, de la última confrontación?
La cultura, la cultura que es el idioma con las cadencias y singularidades con que se habla en Cuba del occidente al oriente. Es la poesía representada en la Avellaneda y en esa callejuela donde está el nombre de Nicolás Guillen, el poeta que con un poema maravilloso, en un verso inolvidable siente ante su mesa a sus dos abuelos representando la unidad étnica y espiritual del pueblo cubano sin la cual no habría salida de ningún tipo, porque si no nos reconocemos, como somos, todo estaría perdido... y se hereda por la sangre, pero también se hereda por la Cultura.”
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