miércoles, 20 de agosto de 2008

Miami: se tambalea el poder del exilio cubano


(tomado de La Jornada)

Se vive una transición política, señalan expertos; candidatos
demócratas podrían entrar al relevo

David Brooks (Corresponsal)

Miami, 18 de agosto. Durante casi medio siglo en esta ciudad han
esperado un cambio de régimen en La Habana, pero resulta que esa
transición está ocurriendo precisamente en Miami.

Este giro, que ya se manifiesta en la dinámica política local y
estatal, tiene implicaciones potencialmente históricas sobre todo para
el mapa electoral nacional y para las relaciones bilaterales entre
Estados Unidos y Cuba.

La manifestación política más visible del cambio que se opera en Miami
es que dos, y tal vez hasta los tres legisladores federales
cubano-estadunidenses republicanos que representan esta ciudad, y que
abanderan la política del bloqueo a la isla, por primera vez se
enfrentan a una competencia real para lo que antes eran relecciones
casi garantizadas.

De hecho, Lincoln Díaz Balart, la figura más conocida aquí, la cual
representa el poder conservador de los cubano-estadunidenses, está en
grave riesgo de perder su puesto en las elecciones federales en
noviembre ante el reto del demócrata Raúl Martínez, según las más
recientes encuestas y la opinión de analistas entrevistados aquí.

Mario Díaz Balart –hermano de Lincoln– contiende con Joe García, quien
fue líder de la misma organización que inicialmente llevó al poder a
los Díaz Balart, la Fundación Nacional Cubano Americana (CANF, por sus
siglas en inglés).

Si gana uno solo de los demócratas, dice el analista
cubano-estadunidense Francisco Aruca, en entrevista con La Jornada,
“eso representaría el principio del fin, el derrumbe de la derecha en
Miami”. Aruca, director de Radio Progreso y comentarista en uno de los
pocos espacios de los medios aquí que no controla el ala conservadora
del exilio cubano, se siente optimista, junto con otros, porque dice:
“aquí ya se está perdiendo el miedo” a los que gobernaban con mano
dura y que amenazaban a todo aquel que disintiera de la línea impuesta
por ellos.

Aunque todos los candidatos opositores se han definido como críticos
del régimen cubano y no abanderan ningún giro radical en la política
estadunidense hacia la isla, sí se atreven a señalar que la estrategia
de Washington durante cinco décadas ha fracasado, opinión impensable
hace unos años.

Pero, sobre todo, sus campañas ya representan en sí mismas una
apertura en Miami que llevaría a cambiar el papel tradicional de este
estado en la política nacional y en las relaciones con América Latina.

Sergio Bendixen, encuestador y asesor político del Partido Demócrata,
considera que en esta coyuntura se reflejarán en el escenario
electoral los cambios que durante la década anterior han transformado
a esta ciudad, y que aunque han pasado en gran medida desapercibidos
fuera de aquí, “ése es el cambio que viene”, advierte.

Los factores que impulsan la transición política en Miami son
múltiples, analiza Álvaro Fernández, veterano organizador político
aquí, director de la revista cibernética Progreso Weekly y quien
encabeza regionalmente la organización de promoción del voto latino
denominada Proyecto de Empadronamiento y Educación del Votante del
Suroeste (SVREP).

Por un lado hay un cambio generacional dentro de la comunidad
cubanoestadunidense con las principales figuras más influyentes del
exilio cubano cada vez más viejos o muriéndose (entre ellos, Jorge Mas
Canosa, fundador del CANF y principal interlocutor de la comunidad con
Washington, quien falleció en 1997, y cuya ausencia llevó a una
ruptura y división entre la comunidad conservadora aquí).

Las nuevas generaciones junto con inmigrantes que llegaron después de
1980 empiezan a tener posiciones diferentes o por lo menos no
comparten las del exilio en los 60. Aún más alarmante para la vieja
guardia, cuya relación especial con el Partido Republicano otorgó la
única base latina de ese partido, los nuevos migrantes cubanos aquí al
convertirse en ciudadanos están optando por inscribirse más como
demócratas o independientes que como republicanos, afirma Fernández.

Por otro lado, hay un cambio demográfico tanto en Miami como en
Florida que está transformando los cálculos electorales. “Miami es
cada vez más latino, pero menos cubano”, comenta Fernández al señalar
que hay más colombianos, venezolanos, centroamericanos y mexicanos
aquí. De hecho, por primera vez, los cubanos ya no son mayoría entre
los latinos en el estado, algo que provoca cambios en los cálculos
electorales tanto locales como nacionales.

A la vez, algunos políticos, analistas y organizadores electorales
aquí comentan que otro factor del cambio es la transición misma en
Cuba. Tanto jóvenes como veteranos de las luchas políticas aquí
señalan que el consenso fundamental entre la comunidad es que Cuba y
su revolución no podrían existir sin Fidel Castro. Pero cuando Cuba no
sólo no se desintegra con la enfermedad y ausencia de Castro, sino que
sigue adelante con un proceso de transición sin ninguno de los
desastres y explosiones que aquí se pronosticaban, la credibilidad de
todo un sector conservador aquí empieza a ponerse en duda. Junto con
sectores de inmigrantes nuevos que desean mantener vínculos con sus
familias en la isla a través de viajes y envío de remesas, las bases
del argumento viejo sobre el embargo y el apoyo anteriormente casi
universal para esa política empiezan a desvanecerse.

De esta manera, la transición política en Cuba está obligando a una
transición política en Miami.

Fernández comenta que en Miami, por primera vez, ya no existe una sola
voz cubanoestadunidense, y mucho menos una latina. De hecho, parte del
cambio aquí es que cada vez hay más espacios mediáticos no sólo
liberados del monopolio conservador, sino que se dedican a denunciar a
lo que llaman la “ultraderecha” que ha controlado esta ciudad durante
décadas, como lo hace todas las noches en su programa de radio de
enorme raiting el periodista cubanoestadunidense Edmundo García.

Todo esto ha despertado expectativas entre los que eran disidentes
ante el control político, económico, mediático y cultural del sector
anticastrista conservador. “No es una revolución, es un cambio
gradual”, advierte Max Lesnick, veterano periodista y disidente tanto
en Cuba como en Miami, “pero sí es la vuelta de la baraja”.

Los disidentes de Miami insisten que una transición en Miami ya es una
realidad imparable. No pocos expresan su esperanza de que se
manifieste en las elecciones en unos tres meses. Hay impaciencia
después de casi 50 años de un Miami bajo un sólo régimen.

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