Era la tarde del domingo 25 de enero de 2009, iba hacia la calle Paula a tomar unas fotos a la casita de José Martí. Me detuve frente al Cine Astral ubicado en la Calle Infanta de la Ciudad de la Habana.
Un público singular entraba y salía, al preguntarle a las personas que conversaban en la acera, no me hacian caso, apenas me miraban: eran sordos y mudos.
Penetré en el local del teatro, y allí ante mis ojos un escenario de silencio donde actuaban unos artistas a través de gestos y miradas.
Abajo en el lunetario un público deliraba de alegría y aplaudía sin dar palmadas, solo levantaban sus manos en señal de aprobación. La actuación que veian los asistentes era capaz de atraer la atención y mover el ánimo infundiéndole deleite, asombro, risas y afectos.
Nadie hablaba, ni una sola palabra se escuchaba en el recinto, solo los pensamientos con el color del silencio adornaban la sala. Una pareja me pidió una foto, pensó que yo era un fotográfo independiente, muy díficil explicarle que era un corresponsal, asi todo buscamos un interprete y me dió su nombre y dirección, se llama Gustavo Menendez Mesa y vive en Regla.
Después de enfocar mi cámara hacia los protagonistas del espectáculo logré dialogar con Ramón Rodriguez Barceló Funcionario de Casas de Cultura del Ministerio de Cultura de Cuba:
" aqui en el Teatro Astral, estamos celebrando esta tarde el festival de la zona occidental de la Asociación Nacional de Sordos de Cuba, en las manifestaciones de teatro, danza y artes plásticas. Hay además una exposición de los concursantes porque en este evento competitivo participan compañeros de Pinar del Rio, Matanzas, Isla de la Jueventud, provincia Habana y la capital.Esto es parte del trabajo que se realiza con las personas con discapacidad" Este tipo de festival se hace desde hace muchos años para fomentar la cultura y que las personas que son mudas y sordas no se sientan alejadas de la sociedad, el evento sirve para elevar la autoestima de los asociados. Los encuentros se realizan desde la base, primero entre los municipios, entre provincias y zonas.
Fue entonces cuando decidí volver mis pasos hacia la Casita de Martí para hacerle una crónica al mestro en sus 156 años de nacido, no tuve que escribirla, allí en la Calle Paula, una abuela y su nieta cuidaban en silencio el más grande hogar de la patria.
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