domingo, 5 de junio de 2011

mmsc] entrevista con Mariela Castro: “Imagino un socialismo democrático, sin dogmas y sin prejuicios”


(tomado de www.cafefuerte.com)

Video de la entrevista: http://youtu.be/8RBPantVIyU

Mariela Castro: “Imagino un socialismo democrático, sin dogmas y sin
prejuicios” La sicóloga Mariela Castro, hija de  Raúl Castro, calificó de burdo y vengativo al gobierno de Barack Obama por negarse a canjear los cinco cubanos prisioneros en Estados Unidos por el contratista norteamericano Alan P. Gross, condenado a 15 años de cárcel en la isla.



“Nosotros lo interpretamos como una vendetta del sistema mafioso de
poder norteamericano”, declaró la sexóloga en una entrevista
transmitida este jueves por la televisión rusa. “Realmente son tan
burdos que ni siquiera quieren cambiar a nuestros prisioneros por el
prisionero norteamericano que está aquí, que ya fue condenado en un
juicio legal”.

La entrevista de media hora fue realizada para Actualidad RT,
perteneciente a la organización autónoma TV-Novosti, y durante la
conversación, la directora del Centro Nacional de Educación Sexual
(CENESEX), sorteó preguntas diversas sobre su padre, su tío Fidel
Castro y la fascinación que despertó en ella el guerrillero Ernesto
Che Guevara, al que insistió en calificar de “tierno”.

También dijo que Raúl Castro le confesó que le gustaría tener tanta
libertad como ella y analizó el cambio que se ha producido en la
mentalidad de ambos hermanos sobre temas como el machismo y la
homosexualidad. Afirmó que ni Fidel ni Raúl han perdido el
romanticismo de la primera etapa revolucionaria.

Habló además de una invasión norteamericana a Cuba que -según ella-
parecía inminente en 1994. CaféFuerte publica íntegra la transcripción de esta entrevista,
coincidiendo con las recientes declaraciones de Raúl Castro, quien en
vísperas de su 80 cumpleaños sugirió que está listo para retirarse
tras su primer mandato al frente del gobierno cubano.)


ENTREVISTA DE MARIELA CASTRO CON EL PROGRAMA “A SOLAS” DE ACTUALIDAD
RT, 2 DE JUNIO DE 2011

Elena Rostova: Muchísimas gracias por haber accedido a compartir con
nosotros experiencias más personales. Usted es la hija de Raúl Castro
y la sobrina de Fidel Castro. En la vida cotidiana, ¿no afecta, no limita esto?

Mariela Castro: Afecta. Desde algún punto de vista es incómodo, pero
desde otro punto de vista es bonito, porque he recibido mucha
gratificación espiritual, agradecimiento, mensajes muy bonitos de
agradecimiento muy sincero de personas no sólo en Cuba sino en otros
lugares del mundo justamente por eso. O sea, más bien me ha dado
gratificaciones espirituales.

ER: Usted nació poco después del triunfo de la revolución cubana.
¿Cómo recuerda el ambiente que reinaba en si infancia?

MC: Yo recuerdo mi infancia muy feliz. Realmente que mis padres me
dejaban eso de explorar, yo recuerdo que siempre estaba encaramada en
un árbol, encaramada en cualquier cosa, subiendo columnas… no había
esa limitación de que por ser niña no podía hacer cosas de niño,
aunque siempre había alguien que me decía “Oye, bájate de los árboles
que eso son cosas de niño”. Pero yo siento que había libertad, que
recibían con simpatía cualquier cuestionamiento que hacía, siempre
hubo la posibilidad de dialogar, de buscar el espacio familiar del
diálogo, incluso del cuestionamiento, de ellos a nosotros y nosotros a
ellos, de la misma sociedad, de la historia…

Yo recuerdo cuando empecé en la universidad, que empecé a estudiar
Filosofía Marxista, [que] me dio muchas más herramientas para
cuestionar la realidad, yo me recuerdo que leía la revista Literatura
Soviética que vendían aquí que era muy buena, y hay una que nunca la
voy a olvidar, yo creo que la voy a guardar toda mi vida, la voy a
conservar por toda mi vida, que era una dedicada a Maiakovski, y me
dio mucha idea de lo que fue esa época que vivió Maiakovski,
contradictoria entre época de Lenin, desaparición de Lenin, cuando
empieza Stalin, cómo cambió la manera de experimentar el socialismo y
él [Maiakovski] cómo lo sufrió. Y ahí leí discursos de Lenin donde
cuestionaba el “mitinismo” y un grupo de tendencias que él consideraba
[que] no ayudaban al proceso de experimentación del socialismo, porque
tergiversaban su sentido, y yo recuerdo que eso me iluminó, me dio
pistas para cuestionar la realidad cubana, y después que la estudiaba
muy bien se la pasaba a mi papá. Le decía: Mira, papá, esto hay que
cambiarlo aquí también, porque a Lenin le pasaba allá, y nos está
pasando a nosotros.

Teníamos esa posibilidad de dialogar y de cuestionar la propia
realidad cubana. Y cuestionaba el campo socialista también. Y al cabo
de los años me doy cuenta de que tuve esa posibilidad, esa libertad,
que hablábamos muy abiertamente en casa sobre muchas cosas. Y
realmente eso me dio mucha fortaleza y me hizo muy feliz de que
pudiéramos tener esa posibilidad.

Raúl Castro quiere tanta libertad como Mariela

ER: Usted anteriormente ha mencionado que sus padres han tratado de
protegerla de la política, que indudablemente no es un mundo sencillo.
Pero, ¿hasta qué punto esto ha sido posible? ¿No hay de todos modos
una responsabilidad que viene con el nombre?

MC: No, no me gusta asumir responsabilidades públicas desde el nombre,
sí una responsabilidad mínima como ciudadana y una responsabilidad de
afecto familiar, que yo no quiero hacer cosas que lastimen a mis
padres, a mi familia, por supuesto, como cualquier otra persona con
sentimiento de pertenencia a una familia. Pero no… En algún momento
cuando era más jovencita me proponían, mira para que…, me proponían de
delegada para un congreso de una organización estudiantil, y entonces
yo, [me preguntaba] bueno, ¿y yo por qué? Que al final como que la
realidad me fue diciendo que sí, que había que participar y asumir
responsabilidades pero no mucho más allá de las que yo asumía en un
ámbito más sencillo….

Y cada vez que alguien me proponía un trabajo, mi mamá [Vilma Espín]
decía que no, que me dejaran tranquila donde yo estaba. Y mi papá
también veo que ha hecho todo lo posible por evitar que cuando alguien
me propone para alguna responsabilidad, él pide por favor que me dejen
tranquila en mi trabajo y en las cosas que yo hago. Yo lo interpreto
como que me protege. Yo soy muy apasionada y ellos, sobre todo mi papá
que es muy apasionado, y [viendo] que el mundo político es complejo y
contradictorio, tal vez él prefiere que yo no viva esas
contradicciones. Los padres tienden siempre a proteger, aunque digan
que no, tienden a proteger. Tal vez se lo deba agradecer, porque yo
identifico mi participación política desde la participación ciudadana.
Creo que me da más libertad. Incluso una vez me lo dijo; mi papá me
dijo que le gustaba mucho mi libertad. Que quería ser tan libre como
yo. Y bueno tal vez ese es el mensaje que yo deba captar.

ER: Una vez en una entrevista con Ricardo Alarcón, él nos hablaba de
una fuerte campaña de descrédito contra Cuba. Usted siendo parte de la
familia Castro se ha sentido alguna vez víctima de esa política?

MC: Sí. Yo creo que todas y todos los cubanos hemos sido víctimas… O
sea, todos los cubanos identificados con el proceso revolucionario,
hemos sido víctimas de eso. Aunque yo debo agradecer que la gran
mayoría de los periodistas con los que he tenido vínculos han sido muy
honestos conmigo, aunque, bueno, ya cuando llegan las noticias a las
editoriales o medios de prensa las cosas pueden cambiar. Pero sí he
percibido, en la gran mayoría de los periodistas con los que he
dialogado, honestidad.

Más líder que tío

ER: Las grandes figuras de la historia muchas veces tienen que
sacrificar lo familiar por su obligación ante el pueblo, ante su
misión. En su caso, ¿hasta qué punto podría decirse que Raúl político
no le dejó espacio a Raúl papá?

MC: No, no lo podría decir. Porque tanto mi papá como mi mamá hicieron
un gran esfuerzo por dedicar tiempo a la familia. Por encima de todas
las posibilidades, a veces mezclaban reuniones de trabajo con la
presencia familiar, si tenían que hacer un almuerzo o una cena de
trabajo pedían estar con los hijos, es decir, ellos extrañaban mucho y
por eso le daban mucha importancia al tiempo que estábamos juntos. Y
también por eso lo agradezco. A veces yo reclamaba que quería tener
una mamá y un papá común [es] y corriente [s], y quería que estuviesen
en la escuela todos los días como otros papás y otras mamás, que nos
llevaran… Mi mamá tuvo más tiempo que mi papá para ir a las reuniones
de padres, de estar más vinculada a nuestras vidas cotidianas, pero
también ella tenía mucho trabajo. Y aún así, buscaban en tiempo.

ER: Cuando hablamos de Fidel Castro, el mundo entero se imagina a ese
héroe, a esa figura legendaria que ha osado hacerle frente al imperio
norteamericano. Para usted, ¿es más que nada tío Fidel o lo sigue
viendo como una figura?

MC: No. Cuando era niña sí era tío Fidel, pero en la medida que ya
después de la adolescencia y en la juventud fui dándome cuenta con más
claridad de quién era Fidel, en el sentido histórico y para el pueblo
de Cuba, ya empecé a verlo como Fidel, igual que todo el mundo.

ER: ¿Y surgió cierta distancia?

MC: Sí, surgió una distancia con respeto y, además, me dignificaba ver
a Fidel como el líder y no como el tío. Me sentía que era más digno.
Es como crecer y darse cuenta: esa persona no es tu tío, esa persona
tiene una responsabilidad social que te pone en una relación diferente ante él.

ER: ¿Qué podría contarnos de él como ser humano, como persona en lo cotidiano?

MC: En lo cotidiano a mí me gustaba mucho desde niña, bueno, la
aparición de Fidel en la familia, de repente si decían va a llegar
Fidel, ay, llegó Fidel, era siempre un acontecimiento, una gran
emoción, y parte era muy placentero. Es decir, se pasaba bien en la
compañía de escucharlo. Realmente teníamos deseos siempre de
escucharlo, de hacerle muchas preguntas; siempre el que ve a Fidel
tiene ganas de preguntarle muchas cosas porque Fidel tiene respuesta
para todo, y además respuestas ingeniosas, respuestas inteligentes.
Entonces, desde las preguntas más banales hasta las preguntas más
complejas, dan deseos de preguntarle. Y él siempre tiene respuestas
para todo tipo de pregunta. Y a mí siempre me dio mucha satisfacción
tener la oportunidad de compartir momentos en los que contaba
cuestiones de la historia, cosas que habían vivido o análisis de la
realidad que se estaba viviendo.

Pero sobre todo, más en privado era muy divertido cuando se reunían
él, mi papá, Ramón el hermano mayor, y se ponían a contar cosas de
ellos en la infancia, a lo largo de su vida, cuando la guerra de
guerrillas, y era simpático escuchar cosas que nunca se habían dicho
entre ellos y que en ese momento se decían: “Y en aquel momento tú me
llamaste la atención y a mí aquello no me gustó, porque yo no tuve la
culpa”. Y eso era muy simpático, se reían mucho haciendo recuentos de
cosas, incluso de momentos difíciles también.

Angola, entre susurros y secretos

ER: Y de lo que le contaban, ¿algún recuerdo de la época de la
revolución que la haya impresionado particularmente?

MC: Muchos. Fueron muchos acontecimientos, porque eran muchas cosas y
yo observaba mucho, porque había muchas cosas que las hablaban en
susurros y en secreto, y yo siempre tratando de entender qué pasaba
por ahí, a veces trataba de preguntar y a veces no, para que no me
excluyeran. Quería entender sus puntos de vista sobre las cosas que
pasaban en Cuba, en el mundo… Una [cosa] que me impactó mucho fue
Angola, la Guerra de Angola, Cuito Cuanavale, que fue un momento
fundamental en la Guerra de Angola para llevar a la victoria final.
Fue un acontecimiento militar muy especial en lo que es estudios de
tácticas militares (para la gente que se dedica a eso).

Y yo recuerdo ese momento en que estaban los cubanos en el sur de
Angola, cercados por las fuerzas surafricanas -y, en medio del cerco,
de madrugada, construyeron un aeropuerto para que aterrizaran las
tropas que fortalecieron las posiciones angolanas y cubanas en ese
enfrentamiento-, yo recuerdo que fue un momento muy tenso, de mucho
sufrimiento, de mucho silencio. Y yo era joven y no entendía qué
pasaba, y pensaba que había algún problema conmigo. Y yo llegaba y
decía: “¿Por qué no hablan? ¿Qué les pasa, maleducados? ¿Qué problema
tienen ustedes?” Y me iba, toda ofendida, y no sabía todo lo que
estaba pasando hasta que llego un día a la casa y había una fiesta,
todo el mundo celebrando, contentos, estaba Fidel, un montón de
compañeros del Ejército, y ahí me enteré qué había pasado. Mira tú, me
dije, no sabía que la cosa era tan grave, y yo pensaba que había hecho
algo malo. Y así muchas cosas pasaban desde todo punto de vista, y
entonces no se podía hablar, y ellos se reunían y hablaban en secreto
y yo loca por saber lo que estaba pasando… Con el tiempo entendí que
era mejor no saber lo que no te correspondía y no preguntar lo que no
me correspondía.

ER: Usted que lo vivió desde adentro, en esos momentos duros, ¿se
sentía temor, una atmósfera de dudas, de miedo por algún momento?

MC: A ver, sí. Tanto desde que empezó la situación que nos llevó al
período especial con la caída del campo socialista, que se vivió con
mucho sufrimiento por todos los cubanos, y esa incertidumbre que se
estaba ya esperando y que ya cuando nos sorprendió a todos –como Fidel
decía, se apagó el sol en un segundo cuando cayó la Unión Soviética.
Eso fue un momento muy duro y todo lo que vino después fue mucho más
duro, con el sufrimiento de lo que se iba perdiendo, todos los logros
sociales que se iban perdiendo. Eso se vivió con mucho sufrimiento a
nivel familiar.

La Guerra de Angola y nuestros muertos en Angola se vivió con mucho
sufrimiento también; Elián, cuando secuestraron a Elián González;
recuerdo también cuando secuestraban pescadores, que mi papá se veía
muy dolido, muy angustiado, cada vez que había un acto terrorista; el
crimen de Barbados se sufrió mucho en la [mi] familia y en toda la
familia cubana, todavía sufrimos el recuerdo del crimen de Barbados,
[sobre el] que no se ha hecho justicia todavía.

Los pocos logros que se iban alcanzando se vivían con mucha felicidad,
con mucha historia. Pero sí, me acuerdo de 1994, cuando hubo uno de
los tantos intentos de manipular a nivel de política internacional los
medios norteamericanos para intervenir en Cuba, cuando aquella crisis
de los balseros. Me acuerdo que yo fui a Santiago de Cuba con mi papá,
que fue a controlar la situación en la Base Naval de Guantánamo, lo
que pudiera pasar, y vi que había real posibilidad de [una] invasión
norteamericana. Viví con mucha angustia, [pero] Fidel lo manejó a
nivel diplomático de manera genial.

Diría que Fidel siempre como que hacía excelentes jugadas de ajedrez,
diría yo –todos estábamos al tanto de la jugada que iba a hacer
Fidel-, y al final siempre hacía jugadas espectaculares que salvaban
la soberanía del país.

Otro acontecimiento muy triste que se está viviendo con mucho
sufrimiento por mi familia, por toda la inmensa mayoría de la familia
cubana, es la situación de nuestros cinco héroes, prisioneros
ilegalmente, arbitrariamente, en los Estados Unidos por proteger al
pueblo cubano de los atentados terroristas que se organizan desde los
Estados Unidos con financiamiento el gobierno norteamericano. Esto lo
estamos viviendo con mucha impotencia, con mucha rabia, y tengo que
decir la palabra rabia porque ante la arbitrariedad, ante la
injusticia, el ser humano se siente mal. Se violan sus derechos en
todos los sentidos en este proceso y nosotros lo interpretamos –al
menos yo lo interpreto- como una vendetta del sistema mafioso de poder
norteamericano, como un comodín, como el joker: la jugada que ellos
tienen para tratar de manipular las respuestas de Cuba en la política
y en la relación con los Estados Unidos.

Pero no han podido hasta ahora doblegarnos, no han podido lograr que
violemos nuestros principios más importantes y realmente no sé cuál
será su próxima jugada. Porque realmente son tan burdos que ni
siquiera quieren cambiar a nuestros prisioneros por el prisionero
norteamericano que está aquí [Alan Gross], que ya fue condenado en un
juicio legal y con todos los recursos de respeto a los derechos del
prisionero. Entonces, esto lo estamos viviendo con mucha indignación y
no vamos a parar de luchar porque se haga justicia.

Me gustaba el Che

ER: Junto con la familia, usted ha tenido la oportunidad de ver a
grandes figuras del siglo XX, entre otros el Che Guevara visitaba su
casa. ¿Cómo lo veían los ojos de una niña? ¿Qué recuerdos tiene del Che?

MC: A mí me causaban mucha simpatía todos los amigos de mi papá. Todos
me parecían preciosos, atractivos, desde muy chiquitica yo era muy
comunicativa y quería estar cerca [de ellos] para escucharlos hablar.
Y yo tengo un recuerdo muy clarito del Che. Una vez estaban haciendo
un asado y estaban todos reunidos alrededor del asado, conversando,
todavía vestidos de verde olivo, y el recuerdo que yo tengo del Che es
que me gustaba mucho, y yo quería siempre llegar a él cuidadosamente
para que no me regañ ara mi papá por estar molestando mientras ellos
estaban allí conversando. Y yo llegaba feliz, iluminada adonde estaba
el Che, porque recuerdo que era muy tierno. Un hombre muy tierno que
sabía tratar los niños. Y para los niños eso es importante, las
personas que te saben tratar. Y tengo así un recuerdo muy especial,
fascinada de cómo era él, de quién era él, y todo lo demás se fue
alimentando con las imágenes posteriores, por supuesto.

Pero cuando yo le contaba esa escena a mi mamá, ella se sorprendía y
me decía, “¿Cómo puedes acordarte, si tu tenías dos años?”. Pero era
así mismo, yo le describía toda la situación, que mi papá me regañó, y
entonces… “Sí así mismo fue, ¿cómo es que te puedes acordar?”, me
decía. Bueno, las cosas especiales no se olvidan. El Che era un ser impactante.

ER: De otros que haya conocido que le han impresionado, ¿a quiénes
podría mencionar?

MC: A Giap. El General Giap, vietnamita. Es un hombre inteligentísimo,
un ser humano fascinante., y sentía una gran admiración por él.
General vietnamita que era ministro de Defensa, que ganó la guerra de
[contra] Japón, Francia y la derrota de los norteamericanos en
Vietnam. Y era de una humildad, que era lo que más me gustaba [de él],
la humildad, ese espíritu oriental humilde… Precioso. A ese hombre, a
ese señor, yo le tenía mucha admiración, ya murió. Pero muchas más
gentes que ahora no recuerdo… Bueno, [Gabriel] García Márquez, un gran
amigo de la familia, el escritor García Márquez. Recuerdo a Angela
Davis, que yo sentía mucha admiración por ella; mi mamá la atendía por
la organización de mujeres; todas esas mujeres vietnamitas… Y
Valentina Teleshkova, que me caía muy bien, era muy simpática. Era una
amiga de familia, no sólo una figura histórica. Mucha gente muy especiales.

Fidel y Raúl, tiernos y románticos

ER: ¿Y cómo nota con el tiempo, tanto su padre como su tío, han ido cambiando?

MC: Mira, de niña a mayor yo veo un trecho muy grande en cómo era mi
papá cuando yo era niña, cómo era Fidel y lo que han ido cambiando -en
Fidel me doy cuenta por sus discursos, cómo han ido cambiando en
muchos temas, y en mi papá en su actitud personal hacia muchas cosas.
Fueron cambiando incluso en su manera de dirigir, en temáticas, por
ejemplo en los temas del machismo cómo fue evolucionando, en la mirada
hacia la persona homosexual cómo fue evolucionando, aunque mi mamá
influyó mucho en él en los cambios que fue aceptando en su vida. Pero
en general sí, por supuesto en mayor madurez y en mayor claridad.

ER: ¿Diría usted que en algún aspecto han perdido ese romanticismo,
esa fuerza que tenían, que se han desilusionado?

MC: No. Por supuesto han vivido cosas duras, han vivido muchas
desilusiones, pero también han vivido muchas gratificaciones en cuanto
a lo que es estar cada vez más convencidos del proyecto social. O sea,
aun cuando tienen un sentido práctico de la realidad para buscar
soluciones que deben llevar un pensamiento frío, nunca han perdido esa
ternura, el romanticismo no se perdió. Y eso me gusta: yo creo que el
romanticismo no se puede perder nunca.

ER: Han habido distintos rumores sobre el estado de salud de Fidel.
Hace unos meses en nuestro programa estuvo Hugo Chávez, nos contó que
[Fidel] se la pasa estudiando y enseñando. ¿Usted qué nos puede decir?

MC: Bueno yo personalmente no lo he visto, porque las visitas que se
le hacen son muy reducidas. Pero sé por mi papá y sé por lo que
escribe, que leo como todos los cubanos, podemos percibir que Fidel
tiene una capacidad de recuperación impresionante. Y todo eso no está
en su genética, que se ve tiene una fuerte genética familiar, [sino
que] yo creo que todo eso está en su cabeza. Fidel toda la vida ha
tenido la capacidad de sorprendernos. Nadie sabe cuál va a ser la
respuesta, nadie sabe cuál va a ser su salida, pero una de las cosas
que más nos fascina de Fidel es esa capacidad de sorprender que tiene.

ER: ¿Qué conceptos implementados ya en la revolución, usted se plantea
como representante de otra generación?

MC: Yo siento que el estudio de la historia de Cuba, el recurso de la
filosof’ía marxista, para mi ha sido una herramienta para interpretar
la realidad junto con otras herramientas teóricas y metodológicas, de
otras ciencias, no solamente filosóficas, que te aportan recursos para
interpretar y para ver el camino que debes seguir para seguir
transformando la realidad. Y ese espíritu transformador de la realidad
que planteaba Marx es una de las cosas que más me gusta en mi vida.
Esa vocación de transformar buscando cada vez más justicia entre los
seres humanos me encanta y yo creo que ahí está también marcado el
camino de mi vida, personal y profesional, y es lo que estoy tratado de hacer.

Es decir, yo sí creo en las posibilidades del socialismo, creo que el
socialismo tuvo inicios fascinantes con la experiencia leninista,
después tuvo experiencias que no fueron tan buenas, unas sí, otras no,
pero nos dieron enseñanzas. La historia de Cuba siempre nos dio otras
pistas y eso fue lo que permitió que el pueblo cubano en su proceso de
transformación se esté ahora proponiendo qué socialismo quiere, de qué
manera quiere experimentar el socialismo como es escenario de
justicia, de solidaridad, de equidad.

Socialismo sin dogmas ni prejuicios

ER: No es que se esté negando lo afirmado en el pasado, sino seguir adelante…

MC: No, yo creo que lo que se ha hecho es la revisión crítica y con la
experiencia vivida del pasado, y tomar del pasado todo lo valioso que
sirva para seguir avanzando. Hay algunos profesores cubanos que
plantean que no fueron errores lo que consideramos que debemos
desechar. Creo que se dieron experiencias que nos dieron la pista de
lo que funciona y no funciona, y cómo debemos hacer esas mismas cosas.

ER: ¿Hasta qué punto las nuevas generaciones están en condiciones de
asumir el legado de una generación tan fuerte como la generación de su
padre y de su tío, con ese romanticismo, esa fuerza de espíritu?

MC: Yo creo que sí, en la medida que se sigan facilitando mecanismos
de participación popular, donde las nuevas generaciones participen en
asumir responsabilidades conscientemente, no formalmente, es decir,
que se le cultive a la población con ese conocimiento histórico, con
esas experiencias que nos están dando la pista de cómo proyectar el
futuro. En la medida que las jóvenes generaciones participen de ese
proceso de aprendizaje y cuestionamiento…

ER: ¿Están participando…?

MC: Sí, sí. En la sociedad cubana tú te das cuentas que hay una parte
de todas las generaciones que participa y otra parte que no participa;
una parte que es más consciente, que tiene más cultura y que por lo
tanto tiene más capacidad de participar, y otra parte que es más
inconsciente, que es más ignorante. Esa es la debilidad, esa parte
ignorante. A veces lo que decimos es: vamos a crear el escenario para
que se apropien del conocimiento histórico que les permita decir esto
es mío, por qué yo tengo que entrar en este proyecto, por qué yo tengo
que tratar de cambiar las cosas, qué cosa es lo que yo quiero cambiar…

Lo importante es que la gente participe de manera consciente, que es
la manera de participar libremente, y sin manipulación de ningún tipo,
ni de nosotros ni de nuestros enemigos, sino ofreciendo conocimientos
e información que les permita sacar conclusiones lógicas de acuerdo a
la lógica histórica. Si les facilitamos eso, cada vez será mayor la
cantidad de personas que puedan participar y aportar a nuestro futuro.

ER: Digamos que usted ve el futuro con optimismo…

MC: Me encanta lo que me imagino.

ER: ¿Cómo se imagina Cuba?

MC: Un socialismo democrático, dialéctico, participativo, [en el] que
predomine el pensamiento dialéctico sin dogmas y sin prejuicios, y eso
es lo que te da fortaleza como cultura, como nación; lo que te da
fortaleza como nación soberana que está definiendo su propio proyecto.
La unidad de la nación cubana en esa búsqueda creativa de sociedad es
lo que me imagino como la sociedad que a mí me gustaría vivir aquí en Cuba.

ER: Muchas gracias por compartir con nosotros estos recuerdos, que son
inapreciables.

MC: Muchas gracias.

Transcripción: www.cafefuerte.com



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