jueves, 14 de agosto de 2008

"El sueño de entrevistar a José Martí"


Por Carlos Rafael Diéguez. B

Sorprendente sueño el de entrevistar a José Martí. Sé que en una de estas noches conversé con él largamente, solo recuerdo algunas preguntas que le hice y auque sus respuestas las dio en las últimas décadas del siglo 19, se corresponden perfectamente a interrogantes que nos formulamos al comenzar este milenio.
En mi sueño caminé con el maestro por las calles de una gran ciudad de América llena de anuncios, de tenues luces y de una penumbra en el horizonte; se veía una urbe moderna y de enrarecido entorno. Un niño al lado de una estatua limpiaba los zapatos de un transeúnte, otro trataba de vender un collar a un forastero. Mas allá por la larga avenida una manifestación atravesaba otra arteria con reclamos que miraban al cielo. A nuestro lado una hermosa joven con facciones de india explicaba a un grupo sobre la figura ecuestre de bronce que se levantaba frente a nosotros.
En ese momento ambos miramos la estatua. Aproveché y comencé mi entrevista con el apóstol...
P- ¿Qué significa el nombre de Benito Juárez?
JM- “Ese nombre resplandece, como si fuera de acero bruñido; y así fue en verdad, porque el gran indio que lo llevó era de acero, y el tiempo se lo bruñe.
Las grandes personalidades, luego que desaparecen de la vida, se van
acentuando y condensando”.
P- Fue un hombre muy querido...
JM- “A Juárez, a quien odiaron tanto en vida, apenas habría ahora, si volviese a vivir, quien no le besase la mano agradecido. Otros hombres famosos, todos
palabra y hoja, se evaporan. Quedan los hombres de acto; y sobre todo
los de acto de amor. El acto es la dignidad de la grandeza. Juárez rompió
con el pecho las olas pujantes que echaba encima de la América todo un
continente; y se rompieron las olas, y no se movió Juárez”.
Me detengo, Martí continua su paso. Reflexiono ante tanta verdad, ¿por qué los pueblos descubiertos por Cristóbal Colón y otros españoles, tuvimos la suerte de que nos quitaran las riquezas en ves de ofrecernos desarrollo? Nos saquearon y no solo los de la península ibérica. Me adelanto y vuelvo a preguntarle a José Martí.
P- ¿Qué éramos entonces Maestro?
JM- “Éramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de petimetre y la
frente de niño. Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco
parisiense, el chaquetón de Norte América y la montera de España. El
indio, mudo, nos daba vueltas alrededor, y se iba al monte, a la cumbre del
monte, a bautizar sus hijos”.
P- ¿Y los negros de África que los españoles llevaron como esclavos a América después de exterminar a los indios, dígame de esos? ¿ y de los campesinos?
JM- “El negro, oteado, cantaba en la noche la música de su corazón, solo y desconocido, entre las olas y las fieras. El campesino, el creador, se revolvía, ciego de indignación, contra la ciudad desdeñosa, contra su criatura”.
P- ¿Y la fe?
JM- “Se ha de tener fe en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece. Los pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inútiles, y otra para quien no les dice a tiempo la verdad.
No hay odio de razas, porque no hay razas”.
P- ¿En América hay muchos pueblos?
JM- “En América hay dos pueblos, y no más que dos, de alma muy
diversa por los orígenes, antecedentes y costumbres, y sólo semejantes en
la identidad fundamental humana”.

P- ¿Pudiera explicarme más?
JM- “De un lado está nuestra América, y todos sus pueblos son de una naturaleza y de cuna parecida o igual, e igual mezcla imperante; de la otra parte está la América que no es nuestra, cuya enemistad no es cuerdo ni viable fomentar, y de la que, con el decoro firme y la sagaz independencia, no es posible y es útil ser amigo. Pero de nuestra alma hemos de vivir, limpia de la mala iglesia y de los hábitos de amo y de inmerecido lujo”.
P- ¿Cómo debemos de andar?
JM- “Andemos nuestro camino, de menos a más, y sudemos nuestras enfermedades. La grandeza de los pueblos no está en su tamaño, ni en las formas múltiples de la comodidad material, que en todos los pueblos aparecen según la necesidad de ellas y se acumulan en las naciones prósperas, más que por genio especial de raza alguna, por el cebo de la ganancia que hay en satisfacerlas.
El pueblo más grande no es aquel en que una riqueza desigual y desenfrenada produce hombres crudos y sórdidos y mujeres venales y egoístas; pueblo grande, cualquiera que sea su tamaño, es aquel que da hombres generosos y mujeres puras. La prueba de cada civilización humana está en la especie de hombre y de mujer que en ella se produce”.
P- Usted siempre ha creido en el amor…
JM- “El amor puro, la hospitalidad amable, la confianza histórica, la familia honrada. Gran salvación. Las cuestiones políticas no alcanzan a hacer rudo el carácter afable de la tierra. No se puede ser mezquino, ni egoísta, ni brusco bajo un cielo tan hermoso. Se examina al extranjero, se le pregunta, se le duda tal vez, pero no se le odia.
Si es hombre de salón, no tardará en llevar del brazo a una mujer bella y afable; si es hombre de labor, no tardará en haber tierra de lujosísimos productos; todo es nuevo, todo es explotable. Al hombre trabajador, al inteligente, al bueno, la tierra le brinda vida, antes que él, menesteroso, de ella la demande. ¡Mi tierra americana, tan maltratada y tan hermosa! ¡Tan desconocida, tan amable, tan buena!”
P- UD no deja de escribir, de pensar, aprender como un niño con cuadernos nuevos. ¿Qué significan los libros para José Martí?
JM- “Saber leer es saber andar. Saber escribir es saber, ascender. Pies, brazos,
alas, todo esto ponen al hombre esos primeros humildísimos libros de la escuela. Siémbrense química y agricultura, y se cosecharán grandeza y riqueza. Una escuela es una fragua de espíritu; ¡ay de los pueblos sin escuela!, ¡ay de los espíritus sin temple. Cada libro nuevo, es piedra nueva en el altar de nuestra raza”.
P- ¿Una apreciación final sobre América?
JM- “Tenemos más elementos naturales, en estas nuestras tierras desde donde corre el Bravo fiero hasta donde acaba el digno Chile, que en tierra alguna del Universo; pero tenernos menos elementos civilizadores, porque somos mucho más jóvenes en historia, no contamos seculares precedentes y hemos sido, nosotros los latinoamericanos, menos afortunados en educación que pueblo alguno; tristes memorias históricas -secretos de muchas desdichas- que no es el caso traer a la luz...
P- ¿Y de Europa?
JM- “Europa busca los productos de nuestro suelo, que dan brillo a sus plazas
numerosas”.
P-¿Vd. ha escrito en más de una oportunidad que ama la polémica y la tribuna?
JM. “Amo la tribuna, la amo ardientemente, no como expresión presuntuosa de una locuacidad inútil, sino como una especie de apostolado, tenaz, humilde
y amoroso, donde la cantidad de canas que coronan la cabeza no es la
medida de la cantidad de amor que mueve el corazón (…) Estoy orgulloso, ciertamente, de mi amor a los hombres, de mi apasionado afecto a todas estas tierras, preparadas a común destino por iguales y cruentos dolores”.
P- Sé que no le gustan las lisonjas, en más de oportunidad ha afirmado que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz. UD que ha dicho que ve al periodista como un soldado ¿qué opina de la prensa?
JM- "La prensa no puede ser, en estos tiempos de creación, mero vehículo de noticias, ni mera sierva de intereses, ni mero desahogo de la exuberante y hojosa imaginación. La prensa es Vinci y Angelo, creadora del nuevo templo magno e invisible, del que es el hombre puro y trabajador el bravo sacerdote. Aquí hierven, junto con los modernos problemas humanos, los problemas concretos de América, y ambiciones que alarman y grandezas reales que deslumbran”
De momento despierto, mi entrevistado se ha ido. Pero no, en mis manos el ensayo “De nuestra América” de 459 paginas de José Martí, él como Bolívar y el Che tienen que hacer todavía para cumplirse de verdad muchos sueños, más allá de una simple entrevista. El apóstol de Cuba y de América es una luz más grande que el sol.

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