lunes, 29 de marzo de 2010

CUBA: LA ÚLTIMA BATALLA.

Por Carlos Rafael Diéguez. B
Los enemigos de la revolución cubana atacan frenéticamente como nunca, la integridad y la obra humana de la nación. Tratan de destruir la unidad como parte de un plan bien extructurado desde afuera y desde dentro, pagado abiertamente desde Estados Unidos. El pueblo sabrá enfrentar tales embates.

Hace apenas unas semanas Eusebio Leal, historiador de la Ciudad de la Habana habló en Camaguey en el contexto de las celebraciones de aniversario de aquella ciudad colonial, en una parte de su alocución evocó con toda fuerza y luz que le caracteriza, la posición inquebrantable de la nación.

“ es un evento verdaderamente trascendental y expresa la inquebrantable voluntad de la Dirección del Partido y del gobierno de nuestra nación de salvar a ultranza el Patrimonio Nacional contenida en la solemne expresión del jefe de la revolución cuando en el Congreso de la UNEAC y en medio de las tribulaciones de una situación económica implacable, de la cual solo Cuba como país hispano pudo salir con la frente en alto en medio de aquella situación expresó “ Lo primero que tenemos que salvar es la cultura…” ¿Qué seriamos sin la cultura? ¿Es que acaso no será ese el escenario de la última batalla, de la última confrontación?

La cultura, la cultura que es el idioma con las cadencias y singularidades con que se habla en Cuba del occidente al oriente. Es la poesía representada en la Avellaneda y en esa callejuela donde está el nombre de Nicolás Guillen, el poeta que con un poema maravilloso, en un verso inolvidable siente ante su mesa a sus dos abuelos representando la unidad étnica y espiritual del pueblo cubano sin la cual no habría salida de ningún tipo, porque si no nos reconocemos, como somos, todo estaría perdido... y se hereda por la sangre, pero también se hereda por la Cultura.”





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domingo, 28 de marzo de 2010

Demonizar a Cuba

tomado de Rebelion:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=102975
Enrique Ubieta Gómez

El principal obstáculo que encuentra el imperialismo para derrotar a
la Revolución cubana no es militar, ni económico; es moral. De alguna
“inexplicable” manera Cuba conserva el prestigio internacional y el
consenso interno, pese al desgaste de medio siglo bajo los efectos de
un implacable bloqueo y de una sostenida campaña mediática en su
contra, pese al derrumbe –veinte años atrás--, y al descrédito, de un
“campo socialista” del que hoy se enumeran las manchas y se ignora la
luz. Los ideólogos de la derecha saben que ese prestigio moral
invalidaría cualquier victoria militar o económica sobre la Isla: en
política la única victoria posible es cultural. Lo demás puede
llamarse ocupación, asfixia, imposición; y todas son variantes que
posponen la victoria del supuesto derrotado. Por eso se han lanzado a
fondo, sin medias tintas, en una guerra cultural que lo involucra
todo. Una guerra, por supuesto, que no busca ni pide verdades o
principios: una guerra para revertir convicciones y sentimientos, que
se apoya en la fuerza de los medios de comunicación. ¿O acaso la
demonización de la cultura árabe –pueblo que fatalmente habita sobre
grandes reservas de petróleo--, no antecede y acompaña a la guerra de
exterminio que sufren sus estados “desobedientes”? Lanzarse a fondo
significa que esos ideólogos deben repetir sin sonrojos, sin bajar la
mirada, que el Che Guevara, el Guerrillero Heroico, fue un asesino;
que Batista, el asesino, fue en realidad un buen gobernante; que Cuba,
la nación que más vidas ha salvado en el mundo –incluyendo la de sus
enemigos--, disfruta de la muerte.
El gobierno de Obama es un excelente portaaviones para bombarderos
ideológicos: un rostro negro, un perfil intelectual, una sonrisa
seductora. Un enorme y moderno buque que asume poses de crucero, que
finge no atacar: para eso están sus aviones, y los pilotos díscolos
que a veces despegan de noche, mientras el capitán duerme. Lo cierto
es que la ola de irrespetos colectivos que Obama encontró en su
traspatio latinoamericano tras la toma de posesión era tan colosal,
que la guerra no podía de ningún modo resolverse únicamente por la
fuerza. No digo sin la fuerza, digo que no solo por la fuerza. Era
imprescindible un golpe de estado aleccionador --y para ello estaba el
eslabón más débil, Honduras--, pero un golpe que se acompañase de
excusas leguleyas, de trámites burocráticos, de condenas públicas y de
privados apretones de mano. Un nuevo concepto para legitimar
culturalmente ciertos golpes de estado: en lo adelante la democracia
dejará de serlo, si la mayoría del pueblo expresa electoralmente su
inconformidad con una legislación que garantiza los intereses
imperialistas. Y será legítimo el uso de la fuerza, la de los
militares claro, no la del pueblo. A nadie parecen importarle los
líderes sindicales que el gobierno de facto –el que dio el golpe y el
que acaba de auto elegirse en estado de sitio--, asesina todos los
días. Pero los objetivos más importantes de la guerra cultural son
dos: Cuba y Venezuela.

Fue quizás en Trinidad y Tobago donde Obama comprendió que el
prestigio de Cuba era inmenso. Al término de aquella Cumbre en la que
estrenaba su sonrisa, habló de la “utilización” del internacionalismo
médico de la Revolución cubana con supuestos fines propagandísticos.
Sé que ese prestigio es algo que atormenta a los ideólogos de la
derecha, que sueñan con hacer desertar a todos los médicos cubanos. El
País, órgano de la trasnacional PRISA en España, califica a la
izquierda que apoya a Cuba de estalinista y de “nostálgica”. Nuestros
pequeños ideólogos de Miami, México o Barcelona, tratan de dilucidar,
con ínfulas academicistas, las razones de esa simpatía internacional y
organizan cartas de condena que llevan de puerta en puerta. Usan todas
las armas para disuadir a los solidarios; también el chantaje
político, y si es preciso el fusilamiento mediático. La guerra es a
muerte. Los diplomáticos de Estados Unidos y de algunos países
europeos servidores de su política ya no se esconden en Cuba, caminan
sin pudor junto a los disidentes que construyen y pagan. Usurpan los
símbolos de la Revolución, de la izquierda y los rellenan de contenido
contrarrevolucionario: plagian a las Madres de Mayo –a las que siempre
despreciaron y combatieron--, para construir a las Damas de Blanco.
Son ingredientes para un buen cóctel: mujeres dolientes y mujeres
acompañantes, ropa blanca (además de símbolo de paz, en Cuba ese color
adquiere otros significados religiosos, para nada católicos),
gladiolos, y no obstante, misas católicas. Lo que importa es el
encuadre de la cámara. Ponga usted el dibujo, que yo pongo la guerra,
decía Hearst en 1898; construya el set y filme la escena –si usted
prefiere, twitéela--, que yo escribo el guión, dicen ahora.

Demonizar a Cuba. Hacer que los niños de las escuelas españolas
sientan lástima de los niños cubanos, escolarizados, saludables, como
pocos en América Latina. Que los ciudadanos honestos que apenas tienen
tiempo para sobrevivir en medio de una crisis económica que amenaza su
tranquilidad primer-mundista, se compadezcan de los cubanos, más
pobres, es cierto, y sin embargo más protegidos, y pese a todo, más
libres como seres humanos. Que miren a Cuba y se desentiendan de lo
que ocurre en Iraq, o en Palestina, o en América Latina. O en España.
Convertir al ALBA –ese maravilloso sistema de solidaridad entre
pueblos--, en un emporio de oscuros intereses ideológicos. Lo difícil,
sin embargo, es que una operación cultural de carácter mediático pueda
saltarse o revertir la vivencia de cientos de miles de
latinoamericanos, de africanos, de asiáticos, de norteamericanos y de
europeos, que han recibido la solidaridad cubana y venezolana. Lo
difícil, es ocultar el sol con un dedo, aún cuando ese dedo lleve el
anillo imperial.






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sábado, 27 de marzo de 2010

HONDURAS: La alegría del Papagayo no puede morir

Por Carlos Rafael Diéguez. B
El ave nacional de Honduras, la Guacamaya o Papagayo vuela desde México hasta Bolivia, con la admiración de toda la fauna latinoamericana por sus colores, el palpitar de su corazón, de sus alas extendidas como el abrazo solidario de un continente que clama como nunca unidad.

Por ese volar tan alto y gallardo, el Águila imperial pretende destruir los vivaces destellos amarillo, rojo y azul del loro común nacido en las entrañas del Valle de Copán en tierras Mayas.

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martes, 16 de marzo de 2010

La Habana no negocia bajo presión, sostiene el politólogo

(tomado de La Jornada, martes, 16 de marzo de 2010)

Ayuno de presos afecta el diálogo de Cuba con EU y la UE

---

--- "Estos disidentes no son sociedad civil, sino micropartidos de
oposición. No tienen la base social de un sindicato Solidaridad, ni
entre sus líderes hay un Walesa... El puñado de presos políticos en
sus filas no lo está por delitos de conciencia, sino por oponerse
activamente al sistema, en alianza con Washington"

Gerardo Arreola
Corresponsal


La Habana, 15 de marzo. El caso de los disidentes en huelga de hambre
y las presiones para indultar a los presos afecta el progreso del
diálogo de Cuba con Estados Unidos, así como lo avanzado con la Unión
Europea (UE), dice a La Jornada el politólogo Rafael Hernández: "El
gobierno de La Habana no negocia bajo presión, sólo el diálogo
diplomático tiene resultados, como saben bien otros gobiernos".

Director de la revista cubana Temas, Hernández acaba de regresar de la
Universidad de Texas, en Austin, donde impartió un posgrado sobre
relaciones Cuba- Estados Unidos, que antes enseñó en Columbia y
Harvard y, en México, en el CIDE y el ITAM.

Estima que los disidentes no son sociedad civil, sino "micropartidos
de oposición", que entre sus líderes no hay ningún Havel o Walesa, y
que serán los cubanos en la isla quienes decidan si el futuro
socialismo cubano pudiera llegar a admitir una oposición leal dentro
del sistema.

–¿Cuál es la coyuntura internacional actual de Cuba, en especial con
Estados Unidos?

–Aunque esta administración no ha hecho cambios políticos sustanciales
hacia Cuba, el diálogo ha avanzado más en el último año que en toda
esta década. Han reanudado las conversaciones migratorias, y abierto
temas como el correo directo. El Congreso podría aprobar la libertad
de los estadunidenses para viajar a la isla. Algunos grupos
semioficiales exploran avenidas de cooperación en intercepción de
drogas. Sin levantar las restricciones al intercambio académico y
cultural impuestas por Bush en 2005, han otorgado algunas visas. Por
otro lado, la UE, con el liderazgo de España, se ha aproximado al
gobierno de Raúl Castro, cuyas relaciones con toda América Latina son
más estrechas que nunca.

–La visión internacional sobre Cuba se concentra en la oposición, tras
la muerte de Orlando Zapata Tamayo y la huelga de hambre de Guillermo Fariñas…

–La muerte de Zapata es una tragedia humana, pero su repercusión
responde a factores políticos, encadenados con la huelga de Fariñas.
Ninguna de las actuales presiones para el indulto de presos facilita
cambios en la política cubana, rodeada hoy por una tormenta
propagandística. Ni siquiera bajo la presión de la Crisis de los
Misiles (octubre de 1962), al borde de un conflicto nuclear, la
política de Cuba cambió. El camino más efectivo para propiciar cambios
(como han sabido casi todos los gobiernos mexicanos) es el diálogo
diplomático respetuoso. Es obvio que la muerte de Zapata y sus
secuelas convienen a quienes se oponen a ese diálogo con Estados
Unidos y Europa.

–¿Hablamos de disidentes, opositores, mercenarios, presos de
conciencia, presos políticos...?

–Un disidente es el que reniega de su creencia anterior. Éste no es el
caso de los clásicos anticomunistas del exilio, sino el de los ex
comunistas pro soviéticos y de otras tendencias ortodoxas, de donde
provienen Ricardo Boffil, Elizardo Sánchez o Vladimiro Roca,
auténticos disidentes. Estos descartan la violencia de las armas,
igual que las principales fuerzas del exilio anticastrista actual.
Ambos grupos difieren en cuanto al bloqueo, pero coinciden en su afán
de restauración capitalista y anticastrismo furibundos; por eso se
identifican fácilmente con Estados Unidos, con partidos y gobiernos
europeos y de otros países. Aunque algunos se presentan como
socialdemócratas, el eje ideológico disidente se mueve entre el centro
y la derecha. Son grupos pequeños y numerosos, dispersos y sin arraigo
en la población. Está claro que, aparte de recibir dinero y apoyo
político de Washington, también tienen creencias ideológicas, y entre
ellos puede haber personas honestas, resentidas o confundidas. No
tienen la base social de un sindicato Solidaridad, ni entre sus
líderes hay ningún Walesa o Vaclav Havel. No son sociedad civil, sino
micropartidos de oposición. El puñado de presos políticos en sus filas
no lo está por delitos "de conciencia", ni por la mera expresión de
ideas contrarias al gobierno, sino por oponerse activamente al
sistema, en alianza con Estados Unidos, el exilio clásico y el viejo
anticomunismo europeo.

–¿Qué los hace marginales al consenso político en Cuba?

–Primero, que no son las únicas ni las principales voces críticas en
el país. Aunque no con la misma resonancia externa, hay un debate
político en curso, dentro y fuera de las instituciones, sobre asuntos
como la descentralización, las formas de propiedad no estatal, el
salario, el nivel de vida, la ampliación de los espacios de libre
expresión, la aplicación de la ley, la democratización de las
instituciones, incluso políticas, el control popular de la burocracia.
Los opositores no tienen proyecto coherente, sino consignas
ideológicas. Su falta de legitimidad interna se deriva del apoyo de
Estados Unidos (verificable en el sitio web del Departamento de
Estado) y de los partidos europeos, y de su alianza con el exilio. Las
embajadas en La Habana los conocen, y saben que no representan ninguna
alternativa política viable; las reacciones internacionales y los
titulares de la gran prensa responden más a las pugnas electorales y
parlamentarias de esos países, que a la situación en la isla.

–Alguna posibilidad de salir de ese cuadro…

–Hay una lógica perversa, según la cual Cuba tendría que pagar un
tributo cada vez que Estados Unidos hace un ligero cambio, por
ejemplo, autorizar los viajes de los cubano-estadunidenses. Si esta
administración considerara la liberación de los cinco cubanos presos
en Estados Unidos, la única "ficha negociadora" aceptable para Estados
Unidos serían los disidentes condenados como "agentes de una potencia
extranjera" (como se les llamaría allá). Los disidentes resultan
peones en este tablero de poderes enfrentados. En un cuadro tan
cerrado, es difícil suponer por ahora un cambio en el trato hacia
ellos. Serán los propios cubanos los que decidirán si, además de una
institucionalidad democrática renovada, un modelo descentralizado y
una economía mixta, cabrá una oposición leal dentro del futuro sistema
socialista



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sábado, 13 de marzo de 2010

Morin: Un ciudadano de la Tierra.

Por Carlos Rafael Diéguez. B

En los medios de comunicación de Cuba todavía se puede hablar más sobre la vida y obra del Filósofo y político Francés Edgar Morin. Un hombre de raíces judías y españolas, muy vinculado a Europa pero la balanza de sus acertadas premoniciones tiene que ver también con la sociedad del continente americano y con la comunicación.

En los siete saberes de la educación el también sociólogo francés establece la crítica desde la enseñanza del conocimiento argumentando que la sociedad debe evitar la doble enajenación: la de nuestra mente por sus ideas y la de las propias ideas por nuestra mente. La búsqueda de la verdad exige crítica y corrección de errores. El investigador apela a la convivencia con nuestras ideas y con nuestros mitos. El primer objetivo de la educación del futuro será dotar a los alumnos de la capacidad para detectar y subsanar los errores e ilusiones del conocimiento y, al mismo tiempo, enseñarles a convivir con sus ideas, sin ser destruidos por ellas. La pedagogía de Morin está caracterizada por el pensamiento complejo.

Ese pensamiento de complejidad se ve reflejado desde niño al contrarrestar las enfermedades con actividades útiles que le dieran la posibilidad de hacer acto de presencia en el entorno y al propio tiempo que el medio le retribuyera ganancias espirituales a través de la lectura, el cine, la aviación, el ciclismo y la naturaleza. Cinco elementos que se irguieron para moldear el carácter de un hombre que ha sabido aprovechar los estudios realizados desde su acercamiento a los representantes de la Ilustración del siglo XVIII hasta los movimientos protagónicos contemporáneos.

Si pudiera entrevistar a Morin para cualquier medio de comunicación de le haría varias preguntas: ¿Fue la corriente de intelectuales de la ilustración o siglos de las luces quien le iluminó el camino de la sapiencia? ¿La razón humana puede combatir la ignorancia, la superstición y las tiranías? El pedagogo que nos ocupa es un paradigma de la diversidad, él reafirma que la unidad se logra a partir de lo holístico, de la misma manera que se manifiestan los elementos de la naturaleza.

El autor de los siete saberes ha denunciado que una aventura común ha embarcado a todos los humanos de nuestra era: el egoísmo, una desenfrenada codicia hacia lo material. Cada día se reconoce menos la diversidad cultural inherente a todo lo humano. Urge conocer el ser humano y situarlo en el universo.

Para el desarrollo de la comunicación en la sociedad constituyen valores las interrogantes que se hace Morin. Él mismo plantea la necesidad de saber ¿Quiénes somos? Porque es una cuestión inseparable de dónde estamos, de dónde venimos y a dónde vamos. Lo humano es y se desarrolla en una formula que él la explica de esta manera: cerebro- mente- cultura, razón - afecto – impulso, individuo - sociedad -especie. La unidad y la diversidad son dos perspectivas inseparables de la educación.

Para Morin la cultura en general no existe sino a través de las culturas. La educación deberá mostrar el destino individual, social, global de todos los humanos y nuestro arraigo como ciudadanos de la Tierra.

Los medios de comunicación no solo de Cuba, sino de otros países deben reflejar más la obra de este intrépido caballero de la modernidad. Me identifico con Morin como debe suceder con decenas, cientos y miles de personas que en el mundo consideran la solidaridad como un combustible superior al oro negro y todos los diamantes. En una de las tantas entrevistas ofrecidas por el filósofo francés nos dejó una argumentación comparada con un salmo: “en lo que concierne a la civilización europea son las ideas de democracia y derechos del hombre y la mujer. Respecto a China una civilización fundada sobre el taoismo, sobre una concepción de la vida y la naturaleza muy rica, y una idea de prudencia. Creo que en las pequeñas civilizaciones índias de América del norte o del Amazonas, existen artes de vivir, saberes, conocimientos que no hay que despreciar, sino poder adoptar. Diría que toda cultura tiene sus virtudes, supersticiones, errores. Pienso sobre todo que son las virtudes de las diferentes culturas las que deberían encontrarse”.

En las estrategias de Morin están las reglas para comenzar a armonizar o poner un poco de orden en el planeta azul, porque las ideas que él ha preconizado utilizando las tres teorías, nos lleva a la conclusión absoluta que la COMPLEJIDAD puede civilizar el conocimiento. No hace falta estar cerca de Morin para percatarse de la dimensión pragmática de sus ideas.

Somos parte del universo tanto es así que muchas sociedades establecen una comunicación tan exacta con los astros comparable con los propios humanos, desde sembrar semillas para reproducir plantas o talar los árboles en determinadas estaciones lunares no en otras. Morin considera que la perspectiva planetaria es imprescindible en la educación. Pero, no sólo para percibir mejor los problemas, sino para elaborar un auténtico sentimiento de pertenencia a nuestra Tierra. Para él la tierra es la patria,
término que incluye referencias etimológicas y afectivas.


En los pueblos originarios, Morin, nos recuerda, está la sabia del planeta y que debemos asumir holisticamente pensamientos diversos tanto del oriente como de las comunidades de los indios de América porque en estas últimas se hallan reservorios de costumbres y modos de subsistencia para el hombre aun insospechados.
La población indígena total de Latinoamérica incluye algo más de 600 grupos indígenas diferentes, con su propia lengua o dialecto. Igual que los indígenas del norte del continente, viven en entornos absolutamente dispares en cuanto a clima y condiciones, que oscilan desde la selva, el desierto, hasta las cimas de grandes sistemas montañosos, como los Andes.

Cuando Edgar Morin habla con vehemencia de los pueblos originarios nos llama al rescate de la memoria histórica con estrategias comunicacionales capaces desde los territorios de esos pueblos trasmitir la rica vida llena de experiencias civilizadas desconocidas para las sociedades modernas. Es vital que se haga énfasis en la vida de los Mapuches de Chile y otros pueblos de Ecuador, Perú, Argentina, Brasil, Guatemala, México y Venezuela antes de que muera la sabiduría ancestral de sus pobladores.

Esa mirada investigadora de Morin nos debe llevar a buscar información en Cuba, Canadá y Estados Unidos porque los vínculos del norte con el sur no deben obviarse. Recientemente arqueólogos cubanos y norteamericanos descubrieron en la Cueva del Mamut, Estados Unidos evidencias de contactos entre los nativos de las antillas y el sur con los del norte. Una relación cultural milenaria.

Lo que Morin dice y escribe para Europa sirve para el continente americano y para el mundo: “La Homogeneización , la estandarización, tienden a destruir las diversidades culturales y al enraizamiento. Hay una angustia difusa pero real de la pérdida de la tierra. Hay que reencontrar su tierra, no sólo la tierra de Francia, hoy amenazada por la desertificación, sino también el planeta Tierra que debemos salvaguardar en su diversidad viviente y humana de las depredaciones múltiples que la amenazan”.


Morin considera que la comprensión se ha tornado una necesidad crucial para los humanos, por eso la educación tiene que abordarla de manera directa y en los dos sentidos: comprensión interpersonal e intergrupal y la comprensión a escala planetaria. Sin embargo, Morin constató que comunicación no implica comprensión porque siempre está amenazada por la propia incomprensión de los códigos éticos de los demás, de sus ritos y costumbres, de sus opciones políticas porque se confrontan cosmovisiones incompatibles.

¿Y quienes son los enemigos de la comprensión? Morin se responde: “el egoísmo, el etnocentrismo y el sociocentrismo. Enseñar la comprensión significa enseñar a no reducir el ser humano a una o varias de sus cualidades que son múltiples y complejas”.
Con la anterior definición debemos inferir que la educación del futuro deberá asumir un compromiso sin fisuras por lo que se ha dado en llamar democracia, porque no cabe una comprensión a escala planetaria entre pueblos y culturas más que en el marco de una comunicación de sociedades, entre si, abierta.

Mientras las sociedades modernas continúen pensando en esa de necesidad de preservar la existencia de clases medias y altas a expensa del sufrimiento de los pobres, de un monstruo llamado “democracia” la crisis económica mundial perdurará no por falta de productos materiales sino por la carencia de ideas y pensamientos nobles capaces de forjar con ternura el alma de los pueblos.


REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Visitas a http://es.wikipedia.org/wi , http://www.edgarmorin.org/ ki/Edgar_Morin

http://mayeuticaeducativa.idoneos.com/index.php/363703

Notas de los libros. El Cine o el hombre imaginario (1956), Las estrellas: mito y seducción del cine (1957) , Autocrítica (1959) y Introducción a una política del hombre (1965)

MORIN, Edgar. Os sete saberes necessários à Educação do Futuro. 2. Ed. São Paulo : Cortez, 2000.


http://es.wikipedia.org/wiki/Amerindios






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